June 21, 2023

DUALIDAD

De todas las energías definidas y disponibles, las que se me hicieron más lejanas fueron siempre las más cercanas. El aire de Acuario; en mi viejo, abuela materna, Ari, mi primera relación seria, me representa una forma muy indefinida y difusa, que no llego a abarcar. En mi interior, esa fuerza está teñida casi únicamente por Quirón en Géminis en la casa XI. La casa VII en Capricornio, en cambio, contiene en su totalidad a Acuario, en un descendente inexplicable y paradójido, porque hasta que no logré encontrarme con mi ascendente, me identificaba totalmente con Capricornio (casas VI y VII, y mi Sol con Neptuno) y con la fría, exacta, desapegada racionalidad que corresponde más a Acuario que a la tierrita que soy. Ni hablar que esa misma forma me recubrió inconscientemente.

Yendo a su opuesto, tampoco entendí el fuego de Leo hasta hace poco. De cerca me tocaba con mi hermana, mi abuela paterna, mi tercera novia y, sin saberlo, yo mismo. No hay casa de Leo, pero el ascendente - Cáncer casa 1 - contiene en su totalidad a Leo, y puedo sentir cómo esa energía estaba ahí, latente. A diferencia de Acuario, en la casa 5, en Sagitario, tengo todo tipo de cosas: Mercurio, Urano y Saturno. Una fiesta psicológica-emocional que estaba esperándome. Y con esto, pude conciliar cuál era mi dificultad, entre otras tantas dificultades, para lograr avanzar en mi proceso de individuación. Escribo esto como si supiera algo, como si lograra algo, pero ni sé ni logro nada. Una cualidad leonina se solapa en mi forma más básica, canceriana, que sólo supe atribuir al entorno. Cáncer tiene las casas I y XII, y en ésta última, solo esta Lilith (en Cáncer). Todo en el mismo eje.

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