July 04, 2022

profetas

 Es como una maldición donde sé todo lo que va a pasar antes de que pase. Y no puedo hacer nada para cambiar el resultado, para beneficiarme con ese conocimiento, para prevenir el dolor y el sufrimiento. Soy un testigo cautivo de un desenlace ya sabido. Una corona de cenizas que crece con la apatía de la empatía y la intuición. Todo está revelado, todo está servido, todo esta determinado.

Trato desesperadamente de aprender a comunicarme mejor. De encontrar la combinación de palabras que va a destrabar los corazones y emociones. Pero así como tantas cosas me vienen muy fáciles y naturales, la conexión directa, sin ambigüedades, me es desconocida. No puedo aprenderla, no puedo imitarla, no puedo fingirla, no puedo encontrarla...

Quisiera arrancarme esa parte del cerebro, o del alma, que me hace constantemente caer, caer, caer. Una gravedad intangible hacia un resultado inevitable. Recuerdo aun esa frase, de que la vida es un hilo gris con momentos de felicidad y tristeza. Y recuerdo la profecía. Recuerdo escapar antes de volver a perder, una elección que me perseguiría por siempre. Y recuerdo vaciar mi alma, pasarla por el fuego limpiador y que volviera vacía. Recuerdo ahora, una foto que siempre supe se iba a convertir en verdadera.