May 18, 2023

tormenta

Qué manera de llorar. La lluvia paró, amablemente, empática, para que recorra de noche el pueblo solo. En la soledad de quien se sabe realmente acompañado de sí mismo, de sus fantasmas, y de nada más. Pero necesitaba que cayera el agua. Fuerte, sin piedad. Necesitaba ahogarme físicamente mientras me ahogaba emocionalmente. Necesitaba- pero los dioses saben más que yo. La luna, ida. El cielo oscuro. El agua acariciándome. Caminé mil horas por la nada de este pueblo vacío. Me ahogué solo. Y eso fue sanador. Llegué finalmente a mi bici y me senté en el piso metafórico de mi interior. Me desahogué un poco con pavadas como cerrar mi instagram por un tiempo, borrar mi foto. Me senté en la bici y empecé a pedalear. El agua empezó a caer más fuerte. Me pedía que vaya a casa, me haga un submarino, me meta en mi cama. Me tape en frazadas de amor propio y consuelo, en amor hacia mi mismo, que nadie más me puede dar. Me llevé hasta mi cama y solté el enojo, la frustración, el apego, el rechazo. Todo el dolor empezó a aflorar como sangre, como estas marcas que me recubren de lo que viví. Llegó la sanadora, la tristeza y la aceptación, de mi ser, mi lado que no lucha. Mi lado que solo ama. Cambié de libro, resaltador en mano, y mientras leí, subrayé y lloré, subrayé y lloré. Hacía mucho que no lloraba de esta forma. Lloré de culpa. De miedo, de odio, de amor, de perdón, de todo tipo de emociones. Una mezcla que me destruyó del todo. Otra muerte psíquica. Deshecho. Desarmado. Quiero abrazar a Ari, y en el espejo, quiero abrazar a mi papá y a mi mamá. Quiero abrazar a mi hermana, a mi tío, a mis abuelas y abuelos que ya no están. A mis amigos y amigas que no veo hace tanto o que ya no sé dónde están. A mis amores que la vida se llevó. A la gente que me rodea, cuyo sufrimiento experimento cada día y que en silencio, en caricias, en amor intento consolar y ayudar a transitar. Pero sobre todo, me abracé a mí mismo, porque nadie más puede hacerlo. Nadie más va a hacerlo de la forma que me sirve, en el momento que me sirve. Lloré hasta que paró de llover. Me quedé dormido y me desperté para escribir esto. Estoy exhausto. Agotado por tanto sentir. Extraño ser una piedrita, que chocaba contra otras piedritas torpemente. Protegida. Ahora soy un cangrejo sin armadura y sin hogar. Soy pura agua, puro sentimiento expuesto. Esto que soy es lo que todos pueden ver y recibir. Pueden elegirlo o no. Elegirme o no. No me importa, en el buen sentido. Puedo dar y no esperar nada. Estoy en paz porque hago lo que siento, como lo siento, lo mejor posible. La mente busca socavar esa paz con dudas, miedos, desconfianza. Pero empujo un poco más y cierro los ojos, siento esta tormenta, y la amo. Me amo. Y los amo. Incluso a la gente que me está hiriendo, sin querer hacerlo me imagino. Amo incluso a la gente que me hiere a propósito. Los entiendo, los acepto, los quisiera abrazar espiritualmente. Hago lo que puedo. Se me acabaron las lágrimas y estoy sin más pilas. Mañana va a ser un día increíble.

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