October 20, 2016

zodiacal

Tengo muchas partes, fragmentadas en la mente, en el alma. Cada una, surgida de una necesidad, de un momento, de una sección de mi vasta personalidad, proyectando de forma autónoma su voluntad sobre mi voluntad.

Algunas, estaban claramente identificadas. Otras, las nombré ahora. Todas existían, aunque nunca las había mirado de esta forma.


En primer lugar, está Eficiente. Es eficiente. Ante cada mínima situación de la infinita existencia, encuentra todos los cursos de acción - posibles e imposibles - e identifica el mejor, el peor, el más probable. No me deja sorpresas, no me deja cabos sueltos. Es eficiente.

Luego viene Melodrama. Es un pendejo imbécil. Atado al pasado, siempre mirando hacia adentro. Su rostro, perpetuamente oculto por pelos dorados enmarañados. Siempre haciéndose la película en vano, sobre-dimensionando, sobre-analizando, sobre-todo. Pero ahí está.

En tercer lugar, debería listar a Venenodio. Es veneno, y odia a todos. En especial, a sí mismo. Está parado, tirando facha frente a un espejo. Su  piel proyecta los tatuajes que quizás algún día me haré, y su pelo sí capturó el negro. Es la vanidad, y es el exceso, y es mi odio.

Lo sigue Armaduras. Tiene una vestimenta inexplicable, y una mirada dura, letal. Su máscara es también la pasivo-agresividad, combina la superioridad y desestimar a quienes lo  merecen. Juzga, y es juzgado. Es un juez y es un verdugo. Es sobreprotector, un samurai.

Quinto está Cambiante. Su nombre es el viento. Sólo lo mueven la aventura y el capricho. El deseo del momento, la fuga de las mareas. Va a donde le dan ganas, ignorando a todos los demás. Sabe lo que es divertirse... y divertir. Sabe lo que hay que saber. Y nada más.

El sexto es Rebeldías. Su nombre está mal puesto y eso lo indigna. La injusticia lo indigna. Lucha, por luchar a veces. Pero me obliga a hacer siempre lo correcto, haciendo que no cruce la línea, que no esté en falta. Eso le da la fuerza de estar siempre, siempre justificado.

Séptimo, diría que está El Profeta. Es alguien que no es parte de este mundo. Lo es sólo en el sentido más metafísico de la palabra. Conecta lo oculto, lo sutil, las galaxias y mis palabras. Es un visionario, se siente maldito y eso lo hace humilde y pensante. Es megalomaníaco.

Y octavo... Lo Interno. La amalgama de lo suave. Lo sutil, protector, cariñoso, amante, familiar, amigo. Leal, es el que está ahí, inquebrantable (hasta que lo decepciones). No es nadie, es más bien lo que rodea a todo y susurra las verdades que ya sé que debo saber...

Noveno, debo listar a Novelista. Es impersonal, nunca se ve a si mismo, pero con su mente va forjando mundos, realidades, historias, tramas, personajes. Constantemente, va tejiendo, va creando, pero nunca logro enfocarlo de forma directa, consciente, sólo cuando le place...

Oculto casi al final, Pesimista. Su nombre es incorrecto, porque es en verdad un realista. Un tanto cínico, y con una dosis de resignado, de abatido, pero a veces, soñador y esperanzado... Es más viejo, y su cautela aconseja a los otros, sobre todo a Eficiente y a mí. Aporta a mi paranoia.

Undécimo viene Infinidad. Es mi energía, mi centro. Tan intrínseco que pasa desapercibido. Es mi positividad, mi paz que emana como aura, mi capacidad de amar incondicionalmente, y de sacrificar todo, de ceder, de entender, de purgar el karma y de sobrepasar la mierda del mundo.

Y por supuesto, por último, está lo que une todo lo demás. No tiene nombre, porque soy yo. Es la parte más consciente, la que maneja los hilos, las máscaras, las palabras y gobierno sobre todo con un control amable y secreto. Es el titiritero y el emperador. Siempre incómodo. La corona mía. Siempre despierto...

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