Estoy en una búsqueda que empezó no sé cuándo. Y como un loto que madura, perdí tantos pétalos en el barro que siento que ya no soy una flor. Convertí toda mi ira y enojo en compasión, con cada respiración lo hago, y doy mi amor, verde, rosa e infinito, libremente en cada mirada, gesto, pensamiento y acción. No espero nada de nadie, en el buen sentido, y me trato de convencer de que todo es todo y nada a la vez; romper con esa realidad dual, porque es todo un sueño. Aprendo de plantas y hierbas, y conozco algunos rituales sexuales por los que otros darían un pulmón y una mano.
Pero… en estos momentos, nada es suficiente. Extraño sentir las conexiones del pasado. Pero el pasado ya no es. Y añoro sentir las conexiones del futuro. Pero el futuro aun no es. En el presente, todo es hermoso y soy pleno. Vivo cada instante como un fractal de sensación que se espeja en mi corazón y explota como una estrella al revés, en colores y amor.
Pero… estoy inmerso en la cuarta dimensión. Siento celos y envidia. Quiero más. Quiero todo. Me niego a dejar ir mi sueño de ayer y de hoy y de mañana. Ese Esteban es Cáncer en armonía con Capricornio, y esa combinación se siente inquebrantable. Quisiera que el equilibrio al que había llegado se mantuviera. Pero me olvido que no existe el equlibrio, ni llegar, ni los signos, ni yo. Ni mi amor, ni la fantasía de la familia, ni el sexo ni ser feliz o triste. Todo es una ilusión, una película en este océano interior. Todo es parte de lo que me hará crecer…
Y como tantas veces, voy a recitar mi propio mantra, que complementa al de la compasión infinita:
Soy una flor de loto, un girasol y un diente de león.
Todo lo entiendo, todo lo acepto y todo lo dejo ir.
Gracias universo por todo lo que recibo a diario.
Y gracias dioses por bendecirme cada instante.
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