Pero también tuve golpes violentos de oleadas de emociones que me vapulearon completamente. Desde recordar el rechazo y hundirme en la nostalgia, hasta arremeter con todo el auto-odio que causa el arrepentimiento y el querer cambiar el pasado. Tuve que abrazarme a mi mismo para evitar llorar desconsoladamente en público como tres veces.
Y aun así, sintiendo que me ahogo, que nada es suficiente, supe encontrar de no sé donde, una luz que me llevó a la superficie. Mientras mis castillitos de origami se desintegraban como papel picado, mi corazón me gritó en la cara “acá tenés todas estas emociones, hacé lo que necesites hacer y seguí adelante, porque éstas son las que duelen, para que puedas disfrutar más plenamente las que traen la felicidad y la paz, la cercanía y el amor”.
Pero le quise responder egoistamente a mi corazón. Otra vez más. Que no quiero más. Que no puedo más. Que es demasiado, que me duele demasiado. Que esperaba que esta vez, haber aprendido tanto, haber sufrido tanto, haber trabajado tanto, me trajera de regreso a algún lugar de felicidad anterior. Y ese es mi error del momento emocional. La vida es un río que va en u a dirección, y lo que pasó, solo permanece en el pasado.
Me siento pleno. Puedo sentir mi interior más completo que antes. Donde solía haber telas cubriendo todo, ahora puedo ver los muebles y pasar mis dedos por la madera. Necesitaban libertad, aire, un pulido, un poco de amor. Antes el hielo sólo dejaba escapar el enojo y la frustración. Eran fuerzas destructivas revoleadas contra las personas que amé y amo. Les causé dolor, sufrimiento y pesar. Las alejé de mi vida. Y con eso, me hundí más y más. Ahora, siento una amplia gama de cosas constantemente, y quisiera poder expresar todo ese pesar, convertir esos dolores del pasado en gemas de amor y de felicidad. Acomodo los muebles, los miro con cariño y pesar, incluso los que no pegan con otros. Los acomodo lo mejor que puedo, pero no hay tanto espacio para maniobrar. Van a quedar donde están. Es así. Por no enfrentarlos, causé mucho sufrimiento. Pero el pasado es inmutable, y el futuro no existe. El presente es todo lo que hay, y solo puedo dar pequeños pasitos para demostrar mi más profundo deseo. Ser un árbol.
Ser un refugio de comprensión, empatía y amor. Ser una fuente de risas, felicidad, placer y satisfacción. Ser un catalizador de paz, prosperidad y entendimiento. Ser incluso más libre. Ser un arbol que con sus raices nutra, que con sus hojas dé sombra, que con sus ramas sostenga. Que se yo. Es tarde y mis hojas se caen, mis ramas se quiebran. Pero algo de sombra voy a dar, y algo de amor puedo ofrecer.
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