..Qué loco, creer algo y darse cuenta que, para otres, era totalmente distinto. Me pareció que había logrado una apertura mutua hermosa, y en verdad, el cauce estaba tan desbalanceado por mi río desbordante. Y donde compartir me fue hermoso y enriquecedor, quizás fue un tanto unilateral. Creí avanzar en un camino de sanación, haciendo un poquito mío este lugar mágico, alineando planes futuros, ilusiones compartidas y desanudando mi amor, más maduro pero más distante. Creí haber empezado a echar alguna pequeña raíz. Di mi amor libremente, sin esperar nada a cambio, creyendo que del otro lado había algo similar a todo esto. Me siento un poquito necio, inmaduro y dependiente ahora. Siento pesar, pérdida y soledad. Amargura y cansancio de enfrentar otro quiebre, y otro, y otro. Evidentemente, sí esperaba algo a cambio, sí tenía expectativas aún.
Donde creí ver balance, se me enseñó que yo era un peso. Donde creí compartir abrazos, se me enseñó que eran muletas para sostenerme, nada más. Gracias universo por traerme otra dosis de humildad para seguir este camino de crecimiento. Donde me creí caminar, no con la frente en alto, sino con la humildad de quien es derrotado con cada respiración que da pero sabe que está cerca de un lugar seguro, me sé ahora alguien que se arrastra, raspándose con las piedritas del suelo al avanzar. Y las charlas con otres, apenas ilusiones de mi mente, de mi corazón desbocado. Tengo demasiado lodo para mis lotos, brota de mis ojos como lágrimas que resuenan en las estrellas distantes de este cielo hermoso y desconocido, encantador e indiferente. Nada puede crecer hasta que no limpie mi jardín un poquito más.
Abrí mis ojos a la luna llena. Estuve unas horas desnudo en el jardín. El frío me penetraba tan íntima, tan profundamente. Un vientito lacerante y bichitos que se posaban en mi piel indeseada. Este no es mi lugar. Todavía no soy bienvenido acá. Viví un impasse de momentos prestados, robados, regalados con lástima a quien se reconoce como herido, roto, quebrado. Y no tengo actualmente orgullo como para sentirme ofendido o enojado. Pero sí mi corazón pinta otra paleta de emociones con esto. Me siento avergonzado, culposo, triste, celoso y solo.
Hay forma de transformar todo esto en las energías tan suaves, tan sutiles, tan hermosas de las que hablan los maestros zen? Creo que sí. Es loco que incluso en este momento de dolor y sombra, no puedo evitar ver un resquicio de camino. Casi oculto. Y como debería haber recordado, es un camino que se camina en solitario. Como un falso despertar, abro los ojos, dejo ir la ilusión de progreso, y vuelvo a poner un pie adelante del otro. Veo el sendero alejándose frente a mí. Dale, Esteban, caminá un poquito más. Justo ahí, más adelante, casi fuera del alcance de tus fuerzas, está la playita. Ahí, cada una de tus pequeñas batallas y victorias se convertirá en un granito minúsculo de arena sobre el cual vas a poder apoyarte, una vez más. Y el amor que doy libremente cada segundo a cada persona que me rodea, va a volver como un vientito cálido de verano, como una olita fría del lago. Quizás voy a estar solo en esa playita, sí. Nadie va a entender, ni tiene que entender. Hoy la luna de cancer, me enseñó que es así.
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