Cada vez que llego a ciertos momentos, empiezo a creer que el tiempo corre, a sentir que lo estoy desperdiciando, a pensar que quienes me rodean lo están dilapidando. Y cada vez, tengo dos opciones: o aceptar ese acuerdo y estresarme, ofuscarme, o rechazar ese acuerdo y aprovechar la situación para plantarme [más] en el momento presente.
Mi vida es un viaje pero literal. Y todo lo que hay en ella me acompaña por un rato nomás. No tengo poder alguno para retener: el Agua tiene que fluir a donde deba hacerlo. Lo mismo con las posesiones, las casas y hogares, las personas, los sentimientos y emociones, mi propio ser…
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