Quisiera ser más forro. Quisiera ser garca, egoísta, insensible. Quisiera poder pensar en mí primero, no ver al resto, elegirme, olvidarme de todo y enfocarme en mí, como si fuera lo único que importase en el mundo..
Pero no puedo. Me hundo y me ahogo en las aguas de la empatía sin límites. Me desbordan. Quisiera enojarme pero ese fuego se extingue en segundos. Quisiera abrirme sin involucrarme, pero no puedo evitar sentir compasión. El desapego está, pero a la vez, me importa que quienes me rodean estén bien. Me importa lo que piensan, sienten, dicen…
Quisiera hacer siempre lo que siento, no-mente, el momento. Pero soy tierra, mar y viento.
Me abrazan las olas, me despeinan los sentimientos, me abrigan los sueños casi recordados, de vidas casi vividas. De mis ojos climáticos, proféticos.
Quisiera que fuera real, tener esa capacidad de sanar a los demás, de ayudarles, de amar incondicionalmente. Pero es todo ego. No puedo sanar a nadie, apenas si puedo darles mi oreja. No puedo salvarme ni a mí mismo. No puedo amar sin esperar, sin no generarme expectativas. Quiero más de todo. Mi agua se desborda,
..fluye hacia la costa. Se evapora suavemente, asciende sutil, formando un reservorio oculto en el cielo. Soy nubes. Soy pasto. Soy lo que cae sin tocar el suelo. Me uno al sueño de la luna, hoy plasmada en intensidad de agua, en profundidad de muerte, en una oleada escorpiana. De vivir en el momento presente, como si fuera el último, el único.
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