Pude sentir el calor de todas esas almas. Lloré de la alegría de recibir ese cariño. Lloré de la culpa de defraudar a otres, de culpa y ansiedad. Lloré porque mis lágrimas me envolvieron como un cascarón, en esta era sin armaduras, sin máscaras. Lloré de felicidad de la transformación que se completa/completó.
Mi vida es un misterio, y a cada paso, no sé ni me puedo imaginar qué; qué va a ser, qué voy a hacer, qué sentiré, que querré. Una sorpresa a cada paso, estando anclado absolutamente en el presente. Si levanto la vista, el pasado y el futuro se extienden infinitos. Pero tras un instante de pánico, se disuelven y me vuelvo a unificar, a liberar.
Estoy desatado, en el buen sentido. Llegué. Y ahora? Creo que puedo hacer lo que sea, ser lo que deba ser, alcanzar lo que me proponga. Tengo tantas ganas de encontrarte, destino, que se me abren los ojos a la mitad de la noche.
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