Las lunas... son una parte tan integral y profunda. Tardé siglos enteros en descubrir mis mecanismos, mis debilidades, mis fortalezas. Y con 'descubrir' no implico realmente 'entender', ni menos aún 'desactivar' o 'capitalizar'. Pero es un comienzo. Leer las palabras crudas y directas - tanto de mis energías como de aquelles que me importan - es un ejercicio increíble. Quisiera tener más información, pero a la vez, toda la que tengo ya hace que mi pobre cerebro reaccione como un fractal giratorio...
Luna en Libra, me abrazo en mi soledad auto-impuesta. Imaginariamente, abrazo también a aquella otra Luna en Libra. Y a las Lunas en Acuario, en Leo, en Escorpio, en Libra y en Piscis, sin duda cada estación fue un escalón más, un paso necesario en la resonancia de aprendizaje de esta iteración. No dudo ni por un segundo que este conocimiento y comprensión podrían haberme dado la empatía, la compasión y sobre todo, la capacidad de dar amor mucho más suavemente, que hubiera ahorrado tanto sufrimiento y dolor a quienes se acercaron y a mí mismo. Pero todo eso fue necesario para estar parado donde estoy ahora. Supe dar amor, a mi manera, con la entrega total del Agua. Pero eso no es suficiente, nunca lo es, lo fue, lo será...
En Acuario, mis mecanismos lunares estaban descontrolados. Fue un momento crítico de mentir(me). El choque inevitable con la realidad fue destructivo y repercute hasta hoy.
En Leo, en cambio, puedo apreciar cómo lo descontrolado fue el otro mecanismo, que yo no supe apaciguar, acompañar, nutrir, abrazar. Puedo reconocer las fallas que tuve.
En Libra, la primera vez, el miedo característico de mi eje más fundamental, y la diferencia entre las palabras y acciones que no supe ver, cortaron de raíz todo antes de que llegara a florecer.
Enfrentado a mi espejo nuevamente en Libra, me autodestruí destruyendo, mientras me destruyó la autodestrucción espejada. Más lo analizo y más veo como un choque tan igual, tan parejo, sin estar preparado, solo podía llevar a donde llevó. Lo lamento aún, porque sé que en otras vidas había sido diferente. Las piedras me quebraron por dentro y fuera esta vez.
Finalmente, en Piscis encontré una síntesis que fue insuficiente, lenta, y no logré salir del todo de mi propio cascarón, de mi prisión de cenizas; se estaba resquebrajando ya, sí, pero otra vez llegué tarde. Mi exceso de Agua no integrada, una vez más, me costó que las olas me hagan chocar contra las piedras y me rompa, para volver a reconstruirme.
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