Incluso hoy, niña de lluvia, no siento nada; el agua sólo me moja, el viento no me da frío, y sigo siendo un témpano de hielo. Intenté despertar pasiones, pero no te ilusiones, mi corazón es un páramo desolado y marchito.
Aunque pareciera que los planetas se alinean en el momento justo de nuestros nuevos ciclos, mis reglas y límites siempre se mantendrán, leales y ocultos a vos, siempre cerca tuyo, pero no de esa forma, nunca de esa forma.
Y eso va para vos también, reina de llamas, por quedar en offside en el momento equivocado. La música se detuvo y no era yo, ni era eso para mi vacía perversión - mi anhedonia torna la oportunidad en arrepentimiento.
El destino quiso que te rodearan fantasmas, y mi corrección y nuestra empatía, junto a esas cortinas negras, crearon otra cosa. Un algo, sin palabras, que hace que al mirarlas de cerca, no me revelen absolutamente nada.
Estás hecha de galaxias, de cielos cambiantes y de promesas de viento. Sos la lección astral que debo aprender e interiorizar, y yo soy la tuya, compañera de mis mareas, y precisamente por eso nos complementamos bien.
Y qué te puedo decir? Te advertí que era venenoso, que no te convendría, que no hay fuego alguno en mi interior. Te escribí en las estrellas, que jamás podría moverme de mi interior. Y aun así, intentaste arrancar mis máscaras...
Ay, Esfinge mía, recuerdo de Avalon, de la casa de la tierra y del agua, del número de los misterios. No puedo mantener mi promesa, de dejarnos ir y desaparecer.. no puedo ser el fuerte, por más que siempre lo haya sido...
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